Menu
A+ A A-

El neomercantilismo que nos acecha

Magdalena Cadagua

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

El déficit de la balanza comercial bilateral se ha convertido en un argumento diplomático. Sin embargo, tiene más sentido político que económico. La Balanza de Pagos, en su conjunto, es la verdadera medida de la posición deudora o acreedora de un país con respecto al resto del mundo.

Asombra, pero no sorprende, que, en el curso de sus recientes visitas a China, dos muy altos mandatarios de la Unión Europea argumentaran que el déficit comercial de este bloque con China había alcanzado niveles inaceptables. Estas declaraciones pronto tuvieron el eco de los correspondientes portavoces diplomáticos y sólo un lejano murmullo de los representantes empresariales.

No ha de extrañarnos. Esta iniciativa europea no es sino el reflejo de dos realidades. La primera es la escasísima profundidad de la cartera argumentativa de la política exterior europea, centrada en el discurso moralizante, y la segunda es la soledad de la política comercial como palanca de la diplomacia europea. Estos dos pilares, para muchos, no hacen sino tapar la vergüenza, similar a la que, durante la Guerra Fría, aquejó a Alemania, de ser un gigante económico y un enano político.

En este contexto, las mencionadas visitas a China de dos altos mandatarios de la UE tienen mucho de neomercantilismo, sin duda, una novedad para la UE, pero ya con cierta raigambre en un contexto internacional.

La plasmación más evidente de este neomercantilismo fue la política comercial de Trump, que, a los tres días de convertirse en presidente de los EE.UU., retiró a este país del Trans-Pacific Partnership. Ni ésta ni las demás medidas en materia de política comercial que le siguieron sorprendieron a nadie, pues llevaba predicando las loas de la vuelta al proteccionismo norteamericano desde los años ochenta.

Sin embargo, hace mucho tiempo que la teoría económica abandonó a la balanza comercial, su superávit o su déficit, como variable determinante del “bienestar de la nación”. Lejos están ya las reflexiones de Azpilicueta, Mercado o Petty. Este neomercantilismo que renace, nuevamente, utiliza la balanza comercial como, en primer lugar, determinante de la transferencia de renta entre naciones. Pero la realidad es bien otra, pues dicha transferencia de renta es el resultado de la adición al saldo de la balanza comercial de los saldos de otras balanzas como la de servicios y la de cuenta de capital, que miden otros movimientos económicos entre países.

Así, la Balanza de Pagos, en su conjunto, es la verdadera medida de la posición deudora o acreedora de un país con respecto al resto del mundo, haciendo de la balanza comercial bilateral una medida anecdótica y, económicamente, más bien irrelevante. De hecho, se observa un cierto intercambio y, en consecuencia, sustitución de ingresos por exportaciones por ingresos resultantes de dividendos por inversiones directas en el exterior. Si la empresa no puede exportar, se instala en el país de destino para fabricar y vender allí.

Pero lo político, en ocasiones, no tiene mucho que ver con lo económico y así contemplamos como el déficit de la balanza comercial bilateral se convierte en un argumento de política exterior; pero, no nos equivoquemos, éste es un argumento político que de económico sólo tiene una cierta resonancia a escritos de, como diría Keynes, algún economista muerto.