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La globalización 2.0

Magdalena Cadagua

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La globalización tomará un cariz diferente, pero el proceso de internacionalización de las empresas continuará, bajo nuevas formas y premisas, asegurando la pervivencia de la globalización como fenómeno económico. 

Los milenaristas se embadurnaban de cenizas y clamaban “the end is nigh”. Los nuevos milenaristas, recurriendo a los paralelismos históricos, ven, en el actual proceso de desglobalización, un retorno al proteccionismo feroz y al bilateralismo del período de entreguerras y confunden la política industrial con el resurgir de la utopía autárquica.

Pero, ante esta visión mecanicista de la historia y de la economía, que se empeña en ver el futuro en el pasado, se erigen dos realidades. La primera es que cualquier movimiento en este sentido carece hoy del sustrato teórico e ideológico que tuvo en el mencionado período de entreguerras. La segunda es que la globalización muta, cambia, pero se mantiene. Nos enfrentamos a una realidad en la que la globalización tomará un cariz diferente, pero el proceso de internacionalización de las empresas continuará, bajo nuevas formas y premisas, asegurando la pervivencia de la globalización como fenómeno económico.

El cuestionamiento de la Organización Mundial del Comercio y, en general, de la estructura institucional multilateral como alma impulsora y garante de la globalización está más que generalizada. Esta arquitectura institucional está concebida para que sea el comercio el motor y la razón de ser de la globalización y esto ya no se corresponde con la realidad. Frente a la globalización comercial, se esboza una nueva globalización que gira en torno a unas regiones comerciales claramente diferenciadas y donde las relaciones de inversión directa se erigen como gran protagonista de la economía internacional.

Así, en el marco de una mayor protección comercial y, previsiblemente, en el de un deterioro de los flujos comerciales interbloques, las relaciones económicas internacionales se fundamentarán en la inversión directa de las empresas originarias de uno de los bloques comerciales en los demás, a fin de aprovechar las oportunidades que puedan ofrecer los mercados interiores de éstos.

De entre los previsibles efectos de esta nueva versión de la globalización conviene destacar, en primer lugar, la progresiva conversión de las cadenas globales de suministro en cadenas regionales, generalizándose los fenómenos de reshoring, nearshoring o friendshoring en el marco del bloque comercial en el que se ubica el fabricante del producto último de la cadena.

A su vez, este fenómeno, característico de esta nueva globalización que se anuncia, conlleva, en primer lugar, un proceso de incremento de costes fundamentado en la pérdida de las economías de escala de la producción de las actuales cadenas globales y, en segundo lugar, un incremento de la relevancia en la toma de decisiones económicas del riesgo país de inversión directa como riesgo diferenciado del riesgo país de crédito.

Desde este punto de vista, las políticas públicas de fomento de la internacionalización también van a tener que experimentar sustanciales cambios, el más importante de los cuales, posiblemente, sea su íntima e imprescindible imbricación con la política industrial y de fomento empresarial. Así y a modo de simple provocación intelectual, cabe señalar que, a fin de asegurar la competitividad en el marco de la nueva globalización, dicha política comercial/industrial habrá de incorporar:

  1. Mecanismos para asegurar la continuidad de las empresas en el marco de situaciones de transición tanto autónoma (transición generacional y adquisición) como inducida (transición energética y otras destinadas a la reducción de externalidades).
  2. Fomento del crecimiento de las empresas, a fin de que, desde el punto de vista tanto financiero como productivo, alcancen las economías de escala que aseguren su productividad y competitividad.
  3. Estructuración de las políticas comerciales, arancelarias y no arancelarias, destinadas a favorecer tanto la competencia interna dentro del correspondiente bloque comercial como la competitividad fuera del mismo.
  4. Promoción y retención de los resultados de las políticas de fomento del desarrollo tecnológico.
  5. Políticas fiscales que promuevan la fortaleza financiera y la capacidad de inversión de las empresas.
  6. Mecanismos realistas de cobertura del riesgo país de inversión directa y no únicamente de su componente de riesgo político.

Tiempos nuevos exigen visiones e instrumentos, asimismo, novedosos y es muy posible que, en esta ocasión, no baste con capear el temporal, esperar a que amaine la tormenta y tomar el rumbo de los demás navegantes.