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Desglobalización, mercados y política económica


Magdalena Cadagua

Si la nueva realidad económica se caracteriza por la desglobalización, las políticas económicas deben amoldarse a la misma. Así, las políticas industrial y comercial vuelven a formar parte de la política económica del mundo en desglobalización.


En un mundo que se desglobaliza y que se encamina hacia una nueva realidad compuesta por tres grandes áreas comerciales, la verdadera clave de bóveda de la prosperidad es el tamaño del mercado. China ya no justifica su crecimiento ni su capacidad exportadora a partir de unos bajos niveles salariales y de un ejército de reserva laboral situado en el interior del país y dispuesto a emigrar precariamente hacia los grandes núcleos industriales de la costa. Por el contrario, el actual “santo grial” de la economía industrial china es la escala, la capacidad de producción masiva y la consecuente dilución de costes e inversión en activos fijos para sostener precios bajos. Esta nueva realidad se fundamenta tanto en la exportación como, sobre todo, en el tamaño de su mercado interior, determinado por una población enorme y una renta per cápita creciente.

La prueba más palpable del “decoupling” chino, más allá de retóricas apelaciones a un multilateralismo interesado, es la estrategia oficial de crecimiento económico denominada “circulación dual”, por la que se pretende sustituir a la exportación como variable más dinámica de la demanda agregada por la del consumo interno. El mercado interior chino puede soportar esta mutación, la pregunta es si las otras dos grandes áreas comerciales que se están conformando pueden realizar movimientos equivalentes.

La primera dificultad con la que se pueden encontrar es una realidad estructural muy poco conocida y menos admitida como es que, a lo largo de los últimos veinte años, China ha estado exportando deflación al resto del mundo. Las ganancias por la reducción de los precios de productos de consumo provenientes de China han permitido el mantenimiento e incluso ganancias en los niveles de renta real de importantes capas de la sociedad. Así, estrategias proteccionistas frente a las importaciones chinas tendrán importantes consecuencias de empobrecimiento por pérdida de renta real.

La única estrategia viable será la de admitir una realidad como es que la política de protección no es sino el lado tenebroso de la política industrial y ésta ha de estar encaminada a, precisamente, intentar emular una estrategia de producción en escala que, fundamentada sobre un mercado interior suficientemente amplio, permita mantener los precios. Lo contrario, una política proteccionista sin una política industrial complementaria es una condena cierta de inflación y empobrecimiento.

Una vez más, la piedra angular de una estrategia de política económica que compagine política de protección y política industrial es el tamaño del mercado. Un mercado insuficiente, en términos tanto de tamaño como de capacidad de compra, es, en el nuevo contexto que se nos viene encima, una apuesta segura por el empobrecimiento selectivo. En contra de toda la lógica propia del mundo globalizado que hemos conocido, la desglobalización impone una nueva realidad y, en consecuencia, una nueva panoplia de instrumentos de política económica.